
Desde mediados de marzo, expertos del IGAC analizarán 2.637 hectáreas de esta quebrada, ubicada en el municipio de La Plata. Insumos técnicos serán la base para poder ordenar adecuadamente el territorio y beneficiar a los recursos naturales y sus pobladores.
Con una inversión cercana a los $184 millones, el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC) y la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena (CAM), adelantarán el primer estudio detallado de suelos en una microcuenca hidrográfica en el departamento del Huila.
Se trata de Barbillas, una quebrada que hace parte del municipio de La Plata, la cual se ha visto afectada por la producción agrícola sin control, una actividad que ha degradado los suelos y arrasado las coberturas boscosas y la vegetación nativa de las montañas de la cordillera central.
El estudio de suelos, que iniciará a mediados de este mes, se concentrará en 2.637 hectáreas de la microcuenca, la cual hace parte de la zona rural de La Plata y en donde habitan cerca de mil personas que se dedican al cultivo de café, plátano, yuca y algunos frutales.
Según Germán Darío Álvarez Lucero, Subdirector de Agrología del IGAC, los resultados de este estudio se convertirán en la base principal para poder planificar y ordenar adecuadamente el territorio, “ya que identificará las zonas aptas para la producción, el estado actual de los recursos naturales y el tipo de cultivo más apropiado tanto para la sostenibilidad de la zona como para la rentabilidad de sus pobladores”.
Así lo manifestó el funcionario en la primera reunión técnica del convenio, llevada a cabo en días pasados en la ciudad de Neiva.
“El IGAC cuenta con información general de suelos en todo el territorio nacional. Sin embargo, para poner en marcha estrategias efectivas de ordenamiento territorial se requiere de un nivel mucho más detallado, razón por la cual buscamos alianzas con las autoridades municipales, departamentales y ambientales. A la fecha, cerca del 11 por ciento del país cuenta con estudios semidetallados y solo el 0,4 por ciento detallado. Barbillas se convertirá en la primera microcuenca en contar con este insumo”.
Por su parte, expertos de la CAM aseguraron que este estudio será el primer paso para ordenar la subcuenca del río Páez, a la cual pertenece Barbillas. “Esta alianza con el IGAC es fundamental para trazar el ordenamiento ambiental de los recursos naturales del Huila, un departamento que respira por el agua; además del río Magdalena, en cual nace acá, el territorio huilense cuenta con 40 subcuencas, 538 microcuencas y los embalses de Betania y el Quimbo”.
El trabajo de campo del IGAC irá hasta finales de marzo, tiempo en el cual más de 10 expertos de la entidad realizarán muestreos para poder clasificar taxonómicamente los suelos y las tierras por su capacidad de uso e identificar las principales coberturas vegetales. Luego, el material recogido en campo será llevado al Laboratorio Nacional de Suelos, en donde será analizado.
“Los suelos son multipropósitos. No se limitan solo al tema agropecuario, sino que sirven como base para complementar la formulación y desarrollo de los componentes ambientales, para la gestión del riesgo, la incorporación de protección y conservación y para la adaptación al cambio climático”, apuntó Álvarez.
Ambas entidades manifestaron su interés de ampliar la alianza en otras microcuencas del departamento. “Culminado el estudio en Barbillas, aunaremos esfuerzos para trabajar en el municipio de Garzón. Recordemos que todos los cuerpos de agua del Huila repercuten en la macrocuenca del Magdalena, uno de los ríos más importantes del país”, puntualizó el Subdirector del IGAC.
Cultivos sin control
En una exploración previa por las 2.637 hectáreas que serán evaluadas, Álvarez y varios expertos de la Subdirección de Agrología evidenciaron profundas cicatrices en las montañas aledañas a Barbillas, que hacen parte de la imponente cordillera central.
Cultivos, como café, plátano, cítricos y yuca, han reemplazado a los frondosos árboles nativos, lo cual ha generado que el paisaje luzca como un colchón de retazos.
“Las partes altas de las montañas, las cuales deberían estar repletas de vegetación nativa, ahora lucen desnudas y con parches de cultivos, en su mayoría cafetales, a pesar de contar con elevadas pendientes. Las zonas medias concentran la mayor cantidad de parcelas y cicatrices de degradación. Evidenciamos áreas que han sido abandonadas por la pérdida de fertilidad, las cuales perdieron su capacidad de resiliencia y quedaron totalmente deforestadas”, anotó Álvarez.
Además de la considerable pérdida del material vegetal nativo, el IGAC evidenció una inestabilidad en el material rocoso de las montañas, “un factor que si no se controla podría derivar futuros movimientos en masa y derrumbes, que pondrían en peligro la vida de los más de mil habitantes de la zona rural y los de la cabecera municipal”, afirmó Napoleón Ordóñez, coordinador de levantamientos del IGAC.
Sumado a esto, los expertos se encontraron con varios parches inundados con pino, una especie que ahoga los suelos y captura toda el agua de la zona.
“El pino es una especie foránea que ha sido plantada en casi todo el país como una alternativa para la restauración ecológica. Sin embargo, causa un daño irreparable para los otros ecosistemas: al caer, sus hojas conforman densos colchones que evitan el desarrollo de otras plantas, degradan los suelos y capturan el agua”, complementó Álvarez.
El Subdirector de Agrología aclaró que el propósito del estudio no es desalojar a los pobladores de la zona ni dejarlos sin ningún sustento para sobrevivir. “El ideal es darles opciones que sean menos perjudiciales con el medio ambiente, como la implementación de desarrollos agroforestales, es decir mezclas de cultivos con vegetación nativa”.