
- Según el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC), las zonas con mayor susceptibilidad a sufrir derrumbes abarcan el 18,7% del país.
- Áreas de montaña con altas pendientes en la región Andina, las más vulnerables. Exceso de ganadería y cultivos en terrenos inclinados intensifican la posibilidad de eventos por remoción de masa.
Colombia cambió su panorama climatológico: pasó de aguantar y padecer los estragos de la sequía y los incendios forestales a estar prácticamente bajo una nube de agua.
Las torrenciales lluvias y aguaceros registrados desde los primeros días del mes de abril en varios departamentos del territorio nacional, le dieron un aire a los secos y desocupados ríos y embalses; le inyectaron vida a los calcinados bosques, cultivos y vegetación nativa afectada por el fuego; e hicieron que el fantasma del racionamiento de energía perdiera fuerza.
Sin embargo, según el Director General del Instituto Geográfico Agustín Codazzi, este nuevo cambio climatológico no debe tomarse a la ligera, ya que es el “campanazo” para que el país empiece a prepararse para otra potencial tragedia, esta vez asociada al agua: los derrumbes y eventos de remoción en masa.
Estudios de suelos del IGAC advierten que el 18,7% de Colombia tiene una amenaza alta o muy alta de presentar derrumbes o movimientos en masa, zona que abarca un total de 21,3 millones de hectáreas consideradas montañosas, con pendientes inclinadas y con altas precipitaciones. “Con la llegada de las primeras lluvias, los suelos de estas zonas empiezan a perder su compactación, es decir que quedan sin ningún sustento que evite que se vengan abajo”, apuntó Nieto Escalante.
Estas zonas de amenaza abarcan terrenos de 24 departamentos del territorio tricolor, considerados como los más vulnerables a padecer derrumbes: Antioquia, Arauca, Bolívar, Boyacá, Caldas, Caquetá, Casanare, Cauca, Cesar, Chocó, Córdoba, Cundinamarca, Huila, La Guajira, Magdalena, Meta, Nariño, Norte de Santander, Quindío, Putumayo, Risaralda, Santander, Tolima y Valle del Cauca.
Los departamentos más críticos están en la región Andina, ya que alberga parte de las tres cordilleras que atraviesan el país. Los 10 departamentos que la conforman cuentan con terrenos de alta susceptibilidad por remoción en masa (Antioquia, Boyacá, Caldas, Cundinamarca, Huila, Norte de Santander, Quindío, Risaralda, Santander y Tolima).
Los cuatro departamentos de la región Pacífico también albergan este tipo de terrenos, pero en menor proporción que la Andina. Las zonas más afectadas serían las ubicadas en la vertiente oriental de la Cordillera Occidental de Chocó, Cauca, Valle del Cauca y Nariño.
La Costa Atlántica cuenta con suelos vulnerables en pequeños terrenos de cinco departamentos: La Guajira, Bolívar, Córdoba, Cesar y Magdalena (solo en inmediaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta).
En la Orinoquia, los territorios por donde pasa la Cordillera Oriental en el Meta, Casanare y Arauca, podrían presentar derrumbes, al igual que el suroccidente de Caquetá y los alrededores de Mocoa en Putumayo, dos departamentos de la Amazonia.
“El Centro de Predicciones Climáticas de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (Noaa) informó que la probabilidad de que el Fenómeno de la Niña se presente durante la segunda mitad de este este año es del 70%, el cual en 2011 dejó varias zonas del país sepultadas bajo el agua y el lodo que se desprendió de las montañas. Para minimizar los efectos de las lluvias debemos enfocar nuestros esfuerzos en las zonas de montaña de estos departamentos, y mucho más en aquellos que además cuentan con suelos afectados por la actividad agropecuaria no controlada en zonas de alta pendiente”, advirtió Nieto Escalante.
Cultivos + ganado + pendiente + lluvias = tragedia segura
La región Andina no solo es protagonista por poder albergar derrumbes. También es pionera en suelos sobreutilizados: terrenos afectados por la sobrecarga de cultivos y ganadería que no cuentan con dicha vocación agropecuaria.
Según el estudio de conflictos de uso del suelo del IGAC, 8,4 millones de hectáreas de las 21,7 millones que componen a los 10 departamentos de esta región, cuentan con algún grado de sobreutilización.
Es decir que el 38,7% de la región Andina cuenta con suelos afectados por la agricultura y ganadería no controlada, principalmente en terrenos de zonas montañosas y con altas pendientes.
“La región Andina es la más montañosa del país, lo cual la convierte en la más vulnerable a los derrumbes. Si a eso le sumamos terrenos ya afectados por cultivos y el pisoteo del ganado que exponen el suelo, el resultado será una remoción en masa más fuerte y por ende una tragedia más intensa. Esto se debe a que los colombianos le hemos dado un mal uso al suelo, desaprovechando las tierras con vocación agropecuaria y haciendo uso de aquellos, como las montañas y zonas de reserva, para la cría de ganado y la proliferación agrícola”, informó Nieto Escalante.
Por lo menos el 24% de toda el área departamental de los 10 territorios Andinos padece de sobreutilización. El más crítico es Caldas, que tiene el 54,4% de su extensión afectada por la actividad agropecuaria no controlada (404 mil hectáreas).
Le siguen Risaralda (46,4%), Tolima (44,5%), Santander (43,2%), Boyacá (42,5%), Huila (38,1%), Norte de Santander y Antioquia (34,9%), Cundinamarca (33,3%) y Quindío (24,9%).
Sin embargo, los departamentos Andinos con mayor cantidad de hectáreas sobreutilizadas son Antioquia (2,1 millones), Santander (1,3 millones) y Tolima (1,07 millones).
“Estos suelos no cuentan con la capacidad de resiliencia para afrontar los fenómenos climáticos, tanto sequía como lluvia, ya que han perdido su capacidad de regeneración y gran parte de la cobertura vegetal que los protege. El llamado es para que empecemos a cuidar este recurso natural, cultivando en las zonas apropiadas, criando ganado en los terrenos aptos y de manera controlada y conservando los terrenos con potencial ecosistémico”, puntualizó el Director del IGAC.
Alarmas del IDEAM
Con aún pocas gotas de agua sobre los suelos colombianos, actualmente el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia (IDEAM) tiene bajo alertas rojas o naranjas a 18 departamentos, debido a la posible ocurrencia de deslizamientos detonados por las lluvias.
Bajo alerta roja, es decir amenaza alta por posibles deslizamientos, está Risaralda (Pereira).
Entre tanto, con amenaza moderada (alerta naranja) están sitios de Arauca, Antioquia, Bolívar, Boyacá, Caldas, Casanare, Cauca, Cesar, Chocó, Cundinamarca (incluida Bogotá), Magdalena, Meta, Nariño, Norte de Santander, Santander, Tolima y Valle del Cauca.
“Varios departamentos coinciden en los listados del IGAC y el IDEAM. Con el incremento de las lluvias serán más los territorios bajo algún tipo de alarma. Debemos tener la lupa bajo estos territorios, y minimizar los efectos de una tragedia que ya está anunciada”, destacó Nieto Escalante.
¿Cómo proteger los suelos vulnerables a los derrumbes?
El estudio de Manejo de Suelos y Tierras de Colombia del IGAC, reveló que la erosión está finamente ligada a la generación de movimientos en masa y derrumbes, la cual es causada por la deforestación o la poca protección contra el efecto de la lluvia.
“Si las tierras y suelos de Colombia estuvieran bien manejados, el grado de erosión (que afecta al 35% del país) sería mucho menor, y por ende la amenaza alta-muy alta de los movimientos en masa sería inferior a la actual de 18,7%”, cita la publicación del IGAC.
Para prevenir la ocurrencia de estos procesos, la entidad aconseja aplicar cinco sencillas prácticas de manejo, relacionadas con la aplicación de políticas contra la deforestación, y la puesta en marcha de la planificación y el ordenamiento en torno a la capacidad de uso de las tierras y el manejo asociado.
- Incrementar los sistemas forestales, agrosilvícolas y silvopastoriles en las zonas montañosas;
- Para disminuir la velocidad del agua y que se fomente su infiltración, se recomienda controlar la escorrentía mediante zanjas de ladera, realizar cultivos en contorno y utilizar franjas con vegetación densa.
- Para menguar la acción destructora de la lluvia sobre los suelos, éstos se deben proteger con cobertura vegetal residuos de los cultivos.
- Evitar a toda costa la compactación de los suelos, la cual es causada especialmente por la explotación ganadera o por el uso indiscriminado de maquinaria agrícola.
- No es recomendable el uso de labranza en sentido de la pendiente; ésta debe realizarse de manera conservacionista (labranza reducida, mínima o de siembra directa) en pendientes menores del 30 por ciento.
En la región Andina, que es la más afectada por los derrumbes, se recomienda principalmente prohibir la ganadería intensiva en zonas con pendientes superiores al 50%, para así evitar que se compacten; realizar sistemas silvopastoriles y agroforestales, ya que incrementan la fertilidad, regulan y protegen el agua y fomentan la biodiversidad; y no hacer uso intensivo de herbicidas, que eliminan la capa protectora.
“Por ejemplo, los sistemas silvopastoriles blindan al suelo de la erosión, ya que la simulación de un bosque, la producción de hojarasca y residuos vegetales, la cobertura vegetal y la altura de los pastos, protegen al medio contra este fenómeno y regulan el ciclo del agua con su componente superficial”, puntualizó el Director del IGAC.