
La investigación “Suelos y Tierras de Colombia” competirá en la categoría de ciencias, medio ambiente y desarrollo sostenible. En agosto se conocerán los ganadores.
Todos los años, la Fundación Alejandro Ángel Escobar reconoce a los mejores trabajos en investigación, ciencia y solidad a través de los Premios Nacionales de Ciencias y Solidaridad, considerados unos de los galardones científicos más importantes en Colombia.
Desde 1955, cuando fueron creados, estos premios han reconocido a 116 instituciones y a 118 investigaciones en las categorías de ciencia (exactas, físicas y naturales; sociales y humanas; y medio ambiente y desarrollo sostenible) y solidaridad.
El primer premio otorgado por la Fundación en la categoría de ciencia fue para los “Estudios de los suelos del Distrito de irrigación del río Coello”, una obra en cabeza de seis autores del Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC).
60 años después del primer reconocimiento, el IGAC espera llevarse a casa su segundo Premio Alejandro Ángel Escobar con la publicación “Suelos y Tierras de Colombia”, una obra creada por 18 especialistas que competirá en la categoría de ciencias, medio ambiente y desarrollo sostenible.
La investigación del IGAC consta de cinco capítulos, que plasman detalladamente los suelos del país, abordando temas como su origen, el medio biofísico, la caracterización y las aplicaciones de los levantamientos.
La Fundación Alejandro Ángel Escobar revelará los ganadores en cada una de las categorías en el mes de agosto.
“Por cerca de tres años, el equipo técnico del IGAC aportó todo su conocimiento, dedicación y tiempo para poder darle forma a esta importante obra científica, que sintetiza toda la información de los suelos disponible y elaborada por la Subdirección de Agrología durante más de siete décadas de actividades ininterrumpidas”, manifestó Juan Antonio Nieto Escalante, Director General del IGAC.
Nieto Escalante apuntó que Suelos y Tierras de Colombia “le permitirá a los diferentes actores institucionales hacer una gestión integral de sus recursos naturales y brindar a sus pobladores herramientas para la conservación de zonas con susceptibilidad ambiental, manejo del riesgo y la implementación de proyectos productivos; los estudios de suelos deben la base de la formulación de las alternativas productivas de compensación a las víctimas del conflicto armado en la implementación de los acuerdos del proceso de paz”.
Por su parte, Dimas Malagón, experto en suelos del IGAC y uno de los autores, informó que la obra cumple con los objetivos establecidos por la Fundación, “ya que incentiva a la investigación sobre temas de edafodiversidad y áreas relacionadas, sirve para apoyar la divulgación y transferencia del conocimiento sobre esta temática, y genera criterios que promueven el buen uso del recurso suelo y de los recursos naturales asociados”.
“Esta obra es una nueva contribución al conocimiento de la geografía física del país, donde los conceptos técnicos y científicos pueden servir de soporte al proceso de crecimiento del país y de apoyo a la gestión y planificación del futuro de Colombia. Se estima que el material disponible en los estudios de suelos y tierras, constituye elementos imprescindibles en cualquier programa de desarrollo que aspire a cimentarse en fundamentos técnicos. Además, ofrece criterios que permiten el uso racional del suelo, que redunde en el bienestar de la comunidad vinculada al sector agropecuario”, puntualizó Malagón.
Abrebocas de los Suelos y Tierras de Colombia
Suelos y Tierras de Colombia está compuesto por cinco capítulos que integran 30 secciones temáticas.
La obra inicia con los antecedentes y prospectiva de la Subdirección de Agrología del IGAC, la cual lleva 74 años continuos de actividades investigativas sobre el reconocimiento de suelos, zonificación biofísica de tierras y aplicaciones multitemáticas, en apoyo al catastro rural, al ordenamiento territorial y a la planificación ambiental.
“En la prospectiva sobresalen los levantamientos a mayor escala, su aplicación al ordenamiento territorial ambiental y productivo, la investigación y aplicaciones tecnológicas dirigidas a la evaluación de tierras, la capacitación y transmisión del conocimiento, con el fin de propiciar la convivencia pacífica y la legitimidad del Estado”, apuntó Nieto Escalante.
El segundo capítulo describe el medio biofísico y su relación con los suelos y las tierras del país a través de seis secciones, que incluyen las regiones fisiográficas, la descripción e interpretación de las geoformas, los depósitos superficiales y materiales y los efectos dinámicos del clima y los organismos.
Los suelos de Colombia son abordados en el capítulo tres. En la primera sección se estudia el origen y evolución de estos cuerpos naturales, mediante el análisis de los procesos generales y específicos. La segunda sección trata la expresión geográfica (mapa y leyenda de suelos), junto con los informes de los levantamientos de suelos y la zonificación ambiental de tierras.
El capítulo cuatro está integrado por los resultados obtenidos y consignados en bases de datos durante 50 años de actividad de cientos de profesionales, analistas y técnicos de campo que, además de las características y propiedades físicas, químicas, mineralógicas, micromorfológicas y biológicas de los suelos más representativos del país, proyectos de investigación y estudios sobre su fertilidad y la preparación de los monolitos expuestos en el Museo Nacional de Suelos del IGAC.
El plato fuerte está en el capítulo cinco, que tiene como objetivo aplicar el conocimiento de los capítulos previos, evaluar las tierras en cuanto a su capacidad y vocación de suelo, zonificarlas agroecológicamente, establecer su cobertura y uso y definir si se utilizan adecuadamente; también comprende las aplicaciones requeridas para el catastro rural y el estudio y zonificación de la erosión.
Esta parte de la obra incluye el estado actual de las tierras y suelos del territorio nacional, al confrontar la oferta y demanda ambientales, ejercicio que permitió establecer que el 23 por ciento de los suelos del país debe destinarse a la protección de los recursos naturales.
Finalmente se tratan las restricciones de las tierras para la producción tradicional, a través de aspectos como la erosión actual, climas extremos, superficialidad del suelo y conflictos en su uso.