
- Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC) y el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) conocen varias escrituras en la Costa Caribe en donde se utilizaron medidas antiguas para determinar su superficie.
La tarea de establecer las equivalencias técnicas de las caballerías, almud, tabacos, alzadas de caballo, fanegas o cabulladas, mejor conocidas como medidas agrarias antiguas, costumbristas o históricas de superficie de tierras, ya tiene doliente.
Se trata del Instituto Nacional de Metrología (INM), entidad declarada por el Consejo de Estado como la competente para establecer la equivalencia al Sistema Internacional de Unidades de dichas medidas costumbristas de superficie predial.
Ahora, todas las autoridades judiciales o administrativas deberán acudir al INM para que certifique la equivalencia entre las medidas antiguas y las unidades del Sistema Internacional de Medidas.
Además, el INM deberá efectuar la medición actual de la cabida y los linderos para realizar el registro inmobiliario y el procedimiento de formación catastral.
Con la decisión del Consejo de Estado se resuelve el “rifirrafe” institucional entre la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) y el Instituto Nacional de Metrología, quienes se “tiraban” la pelota para hacer la equivalencia de las antiguas medidas.
En la actualidad, el Instituto Geográfico Agustín Codazzi y el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, conocen tres casos de predios en la Costa Caribe con el uso de medidas antiguas, y que por conflictos de competencias administrativas, al no tener claridad sobre quien es la entidad responsable de convertirlas al sistema métrico, no han podido ser incorporadas.
El primer caso es la Hacienda Calenturas, ubicada en La Jagua del departamento del Cesar (antes en el Magdalena). El folio de matrícula inmobiliaria expedido en julio de 1989 estableció linderos muy generales para este predio, definidos en 7 caballerías, 2 fanegadas y medio almud.
En Bolívar está la Hacienda Carex, ubicada en la Isla Tierra Bomba del municipio de Cartagena, y la cual, según la matrícula expedida en 1979, tiene una cabida superficiaria de 5 caballerías.
Finalmente está el predio Corazonal o Cerrejón en el departamento de La Guajira, ubicado en el municipio de Barrancas. Su escritura pública de 1866 expresa su superficie en almudes, fanegas y amojonaduras.
“Tenemos certeza de que existen muchos casos más en todo el país, ya que estos tres salieron a la luz al llegar al IGAC para una revisión de sus límites. En la Superintendencia de Industria y Comercio deben reposar más escrituras así, y que deben medidas bajo el Sistema Internacional de Unidades. Al no conocer con certeza la vocación y la extensión de la tierra en el país, se limita de manera ostensible la actividad catastral a cargo del Instituto, ya que impide la integral identificación de los predios rurales”, apuntó Juan Antonio Nieto Escalante, Director General del IGAC.
Una mirada a la historia
Entre 1.550 y 1.810, la definición del área y los límites de un predio estaba ligada a la tradición ancestral y al conocimiento español e indígena.
Ante la ausencia de un sistema métrico, los colombianos crearon o hicieron uso de medidas de superficie para poder dividir sus terrenos. Una de las primeras medidas usadas en Colombia fue la caballería, que consistía en una porción de tierra que le era entregada a los soldados u hombres a caballo como parte del botín de la Conquista, y era utilizada en España desde el siglo XII.
Posteriormente, los colombianos empezaron a hacer uso de otras técnicas tales como la plana (fanegada o cuadra), que fue definida como el área de un cuadrado de 100 varas de lado, pero que variaba según el territorio; y el almud, que equivalía a la cantidad de terreno que podría sembrarse con un almud de grano.
Luego nacieron las alzadas de caballo (cantidad de pasos de los equinos) o “tabacos”, práctica que consistía en contar el tiempo en que se terminaban de fumar el humo de un tabaco recorriendo un predio.
En 1960, la Conferencia General de Pesas y Medidas creó el Sistema Internacional de Unidades (SI), que dejó atrás a las coloquiales medidas costumbristas para darle paso al metro, y luego a otras más específicas para medir superficie como la hectárea, el metro cuadrado y el kilómetro cuadrado.
Sin embargo, en varias escrituras de títulos de propiedad aún sobreviven estas antiguas medidas, y debido a que ninguna entidad en el país asumía la tarea de pasarlas al SI, aún se desconoce su superficie o su delimitación.
“La falta de certeza de la propiedad sigue siendo un problema. Aún persisten las medidas costumbristas consignadas en las escrituras como por ejemplo “de la piedra tal, al árbol tal, de la cerca al río, lo cual hoy en día no nos permite tener claridad sobre las longitudes, linderos y cabidas de algunos terrenos, información que hoy cobra mayor importancia cuando nos encontramos en pleno proceso de restitución de tierras”, dijo Nieto Escalante.
El “rifirrafe”
El 15 de agosto de 2014, funcionarios del IGAC y del DANE se reunieron para estudiar el problema de las medidas costumbristas.
Ambas entidades concluyeron que el problema radicaba en un conflicto negativo de competencias administrativas entre la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) y el Instituto Nacional de Metrología (INM).
El director del DANE le solicitó a la Sala de Consulta y Servicio Civil del Consejo de Estado modificar el trámite de la consulta, “para que sea tramitada y resuelta como un conflicto de competencias administrativas”, cita el oficio.
La SIC y el INM alegaron carecer de competencia para efectuar dicha equivalencia, razón por la cual la Sala vinculó al IGAC en la actuación y determinó realizar una Audiencia Pública entre las entidades involucradas.
Luego de escuchar a cada uno de los involucrados, el Consejo de Estado decidió establecer cuál será la entidad pública que realizará las equivalencias de las medidas costumbristas de superficie al Sistema Internacional de Unidades.
“Se trata de un momento histórico, ya que podremos conocer las verdaderas equivalencias respecto de las unidades que de manera obstinada se resisten a adaptarse a las necesidades de la modernidad”, enfatizó Nieto Escalante.